El tiempo no ha pasado en vano, es cierto. Las lágrimas no se han asomado por aquí y la lujuria realmente ha empalagado mi lengua. Me he adormecido en un mundo perdido y he salido esporádicamente sólo para respirar. Me mantuve escondida, con la ayuda de una camisa de fuerza, en el silencio de corazón, en el engaño autoimpuesto y, con las cosas al hombro, seguí mi vida arrastrando los pies.
Hoy desnudo un poco el corazón, pues ha necesitado respirar. Me ha pedido que le diga la verdad, que sabe, es dolorosa. Me senté tranquila y sobria, y le conté la historia que conoce mejor que yo pero necesita oír día a día. Me observó atónito, como asombrado, parecíale una historia fantástica y yo sabía que cerraba los ojos y prefería la oscuridad.
Desde aquel día, nada me ha bastado, ni el mundo con sus nimiedades dantescas, ni las personas con sus conflictos triviales. Ni el dolor ni el placer. Más el tiempo ya ha pasado.
Eternas horas etílicas, ojos abiertos noches enteras, camas vacías, música nueva y bailes desinteresados. Burdeles y callejones, pantanos, castillos y el mar, todo ha aparecido ante mí como si su existencia me fuese apenas notoria ahora que él no está. Y recuerdo que me burlaba del mundo con él. Me burlaba de un mundo en el que me veo insignificante.
Comenzó la carrera en aquella dirección desconocida y segura, siempre más lejos de él. Con los pies entumecidos, y el sudor empapando mi espalda, me detuve para mirar atrás. El esfuerzo y el cansancio se rieron al comprobar que seguía exactamente a su lado.
Y sí, el tiempo ha pasado, y no ha sido en vano, excepto porque su nombre sigue en el mismo lugar. Su presencia y lo que representa sigue ocupando aquel lugar que no conocía que existía.
Sus palabras ausentes siguen guiándome en la oscuridad y su ternura sigue abrazando mis noches. Su presencia ausente me envuelve, aún cuando cierro los ojos y engaño al cuerpo.
Ni el veneno, ni el placer, ni el alcohol, ni mis historias de fortaleza han borrado un minuto su nombre de mi corazón.
Mañana seguiré nuevamente mi camino, con renovada esperanza.
Hoy sólo quise tomar un descanso.
Y su nombre sigue en aquella pizarrita.