jueves, 13 de mayo de 2010
13, de mala suerte?
Dicen que las cosas suceden por algo, lo que es cierto en la medida en que nos esforcemos por entender la lección que cada experiencia nos condiciona, sin que eso sea un limitante o fuente de temores e inseguridades. Y eso es precisamente lo que he intentado en estos días grises.
Aunque las lágrimas hayan sido abundantes en su momento, el dolor no existe más y la objetividad está de mi lado, al fin.
Lo cierto es que hoy, sin saberlo, vino a mi encuentro y, lo más sorprendente, en mi ayuda. Y me refiero a ti, BUC.
Confundida, harta y carcomida por las vicisitudes inherentes a nuestra jornada de vida diaria, me encontré con una taza de café y los ánimos por los suelos, en absoluta soledad de comprensión.
Decirlo era oír lo mismo. Pero encontré aquel libro amarillo, con aquellas marcas que, un día olvidado, le dejé. Aquel libro que no tendría de no ser por ti.
Eso me bastó. No eras tú el resultado esperado, eran aquellas palabras amplias y sabias, condensadas. Aquellas que me obligan a replantear, a despertar con ánimos y bailar y cantar con toda la fuerza que mis pulmones me permitan.
Este es mi último millón de gracias para ti.
Entendí que ese detalle, había sido la razón de conocerte.
Lo demás, parafernalia con envidia de nuestro actuación sutil. Nuestra música la presentadora de la avalancha de emociones, los autos, cómplices mudos de deseos febriles. Todo, una actuación, con nostros de protagonistas, y el libro, de final feliz.
Gracias de verdad.
Pero en realidad, en nuestro mundo regido por la ley implacable de la causalidad, de la acción y la reacción, tanto en el plano mental cuanto en el físico, el azar no existe.