Estoicamente, carente de gestos en el rostro, con miedo pero con convicción, estoy de pie esperando por esta historia. Y aunque mi comportamiento desemboque en una tragedia emocional, una vez más, he de permitirme vivir al máximo, sin saber si realmente es lo mejor.
Porque aunque no extraño las noches tristes, y aunque las lágrimas parecen nunca acabarse para mí, me es absolutamente necesario sentir nuevamente tus besos, tu cuerpo y tu amor que no sé si existe o me invento en mi afán por sobrevivir.
Adelante, de pie y con temor, las manos se me congelan y la mente se me escapa a tu lado. Me molesto conmigo (misma) y me refuto sin esperanza de redención. El espejo no refleja mi sonrisa.
Y aunque me aferro a los detalles imperceptibles, justificadores de tu amor, obviando las pruebas irrefutables de mi estupidez, sigo de pie, poniendo nuevamente en peligro a mi corazón.