Es tan intenso y aparentemente tan vano, que cuestiono hasta su validez. No obstante, es inevitable. Y las incontables horas de cavilaciones parecen fatuas al ver el resultado a apenas un milímetro del punto de comienzo.
Y es que el ser humano es imcomprensible lo que, lamentablemente, me concierne.
En realidad, discrepo absolutamente con la idea de ser exclusiva en esta obsesión, pero me pregunto si los demás resultados son tan desalentadores como los míos. Lo que más preocupa es que en realidad, no hay verdad absoluta y aún si existiera, nada le impediría ser naturalmente variable.
Y las mentiras, las hipocresías, la actuación diaria, el patetismo, los deseos reprimidos, la maldad y el miedo forman parte de mi lista siempre inconclusa. Hasta de estos deseos suicidas de experimentarlo todo ante desaprobaciones siempre severas, me estoy cansando por el miedo.
Miedo, sí, pánico. Pánico de que de tanto cuestionar las razones de la vida, se me olvide vivirla.