martes, 15 de septiembre de 2009

Mea Culpa

Por todo lo que propicié y las heridas que abrí. Aquellas lágrimas que inspiré y odios sin venganzas materializadas. Por paciencias no recompensadas y amores no correspondidos. Por las mentiras que dije, por el ego alimentado egoístamente con amores falsamente alimentados y por la piedad que nunca tuve al decir adiós.
Por los pecados cometidos y las blasfemias envilecedoras, ahora espero sin esperar redención, el castigo merecido, cual condenado a muerte miraría sonriente a su verdugo al reconocer que más puede la imaginación que la propia realidad. El verdugo que pondrá fin a los sueños tortuosos de castigos y dolores eternos, de imaginaciones crueles e ilimitadas.
Y es mi turno, la balanza reclama su derecho. Y este pago me es absolutamente doloroso e irresignable, no concibe mi mente renunciar nuevamente. No concibo entender ni puedo imaginar que un dolor como el que siento haya sido sentido ya por otra persona que presuma ahora de seguir con vida.
Y es momento de ser fuerte, una vez más, mientras el mundo termina de dar sus vueltas.