Dar es recibir en realidad y satisfecha con esa explicación andaría, para sustentar mis ataques de los regalos caídos del cielo, de no ser que en realidad, nada estoy dando.Y me alegró sincera e inesperadamente el corazón ese momento de sinceridad en la que se nos olvidó ese nuestro egoísmo característico y pensamos por un segundo, uno en el otro y nos deseamos éxito, con cada copa improvisada.
Paseamos por sueños, pasiones, superficialidades y amistades transcendentales, objetivas además.
Y mi capacidad de creer en imposibles, no me permitió ver más allá. No quiero juzgar, pero te declaraste en público, culpable. Si la maldad rondó aún lejana aquella mañana, si la mentira se atrevió siquiera a escuchar nuestra conversación o si, el cinismo mojó tus labios al pronunciar alguna de esas palabras, entonces tu pérdida será invaluable y mi incondicionalidad te será arrebatada sin reparo.
Si, diferente y no necesariamente por lo contrario exactamente, todo responde a una interpretación precipitada de hechos transcendentales catalogados como cotidianos, probablemente alentados por el ego enceguecedor, entonces, lo entiendo.
No lo sé, no hay manera de saberlo. El tiempo se encargará, y de cualquier manera, las relaciones trascendentales dispensan del contacto directo.
Feliz Día.