domingo, 30 de mayo de 2010

Un descanso

El tiempo no ha pasado en vano, es cierto. Las lágrimas no se han asomado por aquí y la lujuria realmente ha empalagado mi lengua. Me he adormecido en un mundo perdido y he salido esporádicamente sólo para respirar. Me mantuve escondida, con la ayuda de una camisa de fuerza, en el silencio de corazón, en el engaño autoimpuesto y, con las cosas al hombro, seguí mi vida arrastrando los pies.
Hoy desnudo un poco el corazón, pues ha necesitado respirar. Me ha pedido que le diga la verdad, que sabe, es dolorosa. Me senté tranquila y sobria, y le conté la historia que conoce mejor que yo pero necesita oír día a día. Me observó atónito, como asombrado, parecíale una historia fantástica y yo sabía que cerraba los ojos y prefería la oscuridad.
Desde aquel día, nada me ha bastado, ni el mundo con sus nimiedades dantescas, ni las personas con sus conflictos triviales. Ni el dolor ni el placer. Más el tiempo ya ha pasado.
Eternas horas etílicas, ojos abiertos noches enteras, camas vacías, música nueva y bailes desinteresados. Burdeles y callejones, pantanos, castillos y el mar, todo ha aparecido ante mí como si su existencia me fuese apenas notoria ahora que él no está. Y recuerdo que me burlaba del mundo con él. Me burlaba de un mundo en el que me veo insignificante.
Comenzó la carrera en aquella dirección desconocida y segura, siempre más lejos de él. Con los pies entumecidos, y el sudor empapando mi espalda, me detuve para mirar atrás. El esfuerzo y el cansancio se rieron al comprobar que seguía exactamente a su lado.
Y sí, el tiempo ha pasado, y no ha sido en vano, excepto porque su nombre sigue en el mismo lugar. Su presencia y lo que representa sigue ocupando aquel lugar que no conocía que existía.
Sus palabras ausentes siguen guiándome en la oscuridad y su ternura sigue abrazando mis noches. Su presencia ausente me envuelve, aún cuando cierro los ojos y engaño al cuerpo.
Ni el veneno, ni el placer, ni el alcohol, ni mis historias de fortaleza han borrado un minuto su nombre de mi corazón.
Mañana seguiré nuevamente mi camino, con renovada esperanza.
Hoy sólo quise tomar un descanso.

Y su nombre sigue en aquella pizarrita.

domingo, 23 de mayo de 2010

Despedida


Luego de verle muerto anoche comprendí el sinsabor de la impotencia y la calidez de la tranquilidad. Muerto por completo, sangrándole el corazón en un futuro y con los gusanos apoderándose de su cabeza. Fue un espectáculo horripilante y aunque me impresionó, soñé con un mundo nuevo no hedonista. Desperté y el mundo gris también. Ya no estaban sus palabras suaves en mi oído prometiendo un mundo nuevo. Ya no estaban sus lágrimas secas y sus sonrisas muertas ni sus brazos caídos. Y yo tampoco tenía a nadie a quien cantarle. Sola yo y mi cama aún caliente de su cuerpo.
Sola yo y unos recuerdos enajenados. Cerré los ojos, ni una lágrima más habría de permitirme. Talvez recuerdos cada vez más tenues, pero no dolor.
Porque mientras él existió supo hacerme feliz y yo, agradezco aquel tiempo. Mientras él existió se esforzó por una sonrisa mía y dejó de dormir también por mí. Y no me daba cuenta de que sus respiros se carcomían con el tiempo, no me daba cuenta que sus latidos se apagaban.
Hoy está muerto, no he de llorar más, porque él así no querría que lo hiciera. Sé que él desearía una sonrisa mía, teñida de vino tinto esta vez.
Oré con un fervor desconocido y una fe inventada, la vida no se le había concedido más. Dolió profundamente no ver sus ojos profundos abiertos para mí una vez más. Ni oírle pronunciar mi nombre. Lo extrañé en un instante para toda la vida, le besé la mano fría mientras me tomaban de la espalda para alejarme de él diciendo que estaría mejor. Yo no lo recuerdo, pero me dijeron que enloquecía por momentos, que sentada en un rincón dejaba de ser yo, probablemente para estar en el pasado con él. Yo no lo recuerdo, pero me dijeron que temblaba fuertemente mientras le intentaba dar un beso. Yo no lo recuerdo, probablemente estaba con él en ese instante.
Y la cordura volvió a mí de repente.
Le di un beso en su frente fría y le dejé en paz.
Le extrañaré, aunque no por siempre.

En memoria de un gran amor.

viernes, 21 de mayo de 2010

Sí, no, talvez

Mientras dices SÍ con tus labios y NO con el corazón, yo sigo sentada observando sin estar segura si es el momento oporturno de marcharme. Porque cuando finalmente decida hacerlo, seré yo quien te de la espalda e interponga un espacio creciente entre nosotros. Sin vuelta atrás. No por ser radical, sino por saber que es lo que quiero. Y a quien quiero.
Esto no es un sueño, es la realidad. Las heridas sangran de verdad, el corazón muere en serio.
Esto no es una fábula, es un protagonismo tangible.
He utilizado mi arsenal de lecturas retroactivas y he copado mis tiempos con distracciones y pasiones ficticias. Me he disfrazado como siempre, para no detenerme con mi almohada a llorar una vez más.
Me he cansado de observarte e intentar entender. Nadie tiene la razón pero eso no le resta toxicidad.
Me he cansado de verdad.
Tan sólo necesito un NO tímido tuyo más. Sólo regálame un NO más.
Y te sabré enseñar como son los NO de verdad.

jueves, 13 de mayo de 2010

13, de mala suerte?


Dicen que las cosas suceden por algo, lo que es cierto en la medida en que nos esforcemos por entender la lección que cada experiencia nos condiciona, sin que eso sea un limitante o fuente de temores e inseguridades. Y eso es precisamente lo que he intentado en estos días grises.
Aunque las lágrimas hayan sido abundantes en su momento, el dolor no existe más y la objetividad está de mi lado, al fin.
Lo cierto es que hoy, sin saberlo, vino a mi encuentro y, lo más sorprendente, en mi ayuda. Y me refiero a ti, BUC.
Confundida, harta y carcomida por las vicisitudes inherentes a nuestra jornada de vida diaria, me encontré con una taza de café y los ánimos por los suelos, en absoluta soledad de comprensión.
Decirlo era oír lo mismo. Pero encontré aquel libro amarillo, con aquellas marcas que, un día olvidado, le dejé. Aquel libro que no tendría de no ser por ti.
Eso me bastó. No eras tú el resultado esperado, eran aquellas palabras amplias y sabias, condensadas. Aquellas que me obligan a replantear, a despertar con ánimos y bailar y cantar con toda la fuerza que mis pulmones me permitan.
Este es mi último millón de gracias para ti.
Entendí que ese detalle, había sido la razón de conocerte.
Lo demás, parafernalia con envidia de nuestro actuación sutil. Nuestra música la presentadora de la avalancha de emociones, los autos, cómplices mudos de deseos febriles. Todo, una actuación, con nostros de protagonistas, y el libro, de final feliz.

Gracias de verdad.

Pero en realidad, en nuestro mundo regido por la ley implacable de la causalidad, de la acción y la reacción, tanto en el plano mental cuanto en el físico, el azar no existe.

sábado, 8 de mayo de 2010

Mala sombra

Mantengo algunas manías depresivas y me involucro a voluntad a torturas virtuales periódicas, cuando me descubro bailando un ritmo tétrico contigo de expectador. Creo que es apenas el equilibrio a mi eterna balanza de alegría conminada a regalarse al mundo incomprensible.
Estar igual es estar peor, y yo estoy cambiando, porque aunque reconozco el mayor dolor en mi corazón, mis ojos parecen recuperar el brillo, y las sonrisas se me dejan entrever, entretenidos al compás de este sueño. No sé si ya no importa, no sé si tantas heridas acumuladas dejaron de doler, atendiendo a la teoría evolucionista de Darwin. No lo sé. Estoy triste, es evidente. Pero a diferencia de otras historias, he renunciado fácilmente y he liberado. Pero, sobre todo, creo en el futuro, en un futuro feliz.
Porque el error más grande lo cometí al dejar de creer. Y de los errores estoy aprendiendo a aprender.
Mi última historia triste, convirtió un billete de dos dólares en lo mejor que recibí de alguien que, con labios envenenados, me convirtió en una adicción ficticia. Y disfrutó verme creando castillos, creyendo en sueños que sabía nunca se cumplirían. Más fue la decepción que el dolor, la que me obligó a esconderme en un disfraz, acurrucada en un rincón.
En un rincón del que Carlos con su amor no pudo sacarme.
Y sí, si te odio. Apenas ahora.
Porque fuiste tú quien me engañó con aquel disfraz de amistad. Quien me asustó con aquel abandono inesperado y abrupto. Porque estuvo tu veneno presente en cada palabra y gesto de amor nuevo, carcomiendo mis oídos.
Porque nunca volviste a abrazarme y decirme que todo estaba bien, liberar mi mente y darme un beso en la frente.
Porque sí, me susurraste todas estas noches al oído, que el amor de verdad no existe.

Pero yo volveré a creer.

Este es tu regalo de cumpleaños.

viernes, 7 de mayo de 2010

Camino

No quiero albergar esperanza, no quiero sentarme a esperar. Aunque me he permitido mirar hacia atrás sólo para recordar los momentos más felices de mi vida, ver a mi corazón saltando y a mi alma nuevamente fuera del cuerpo, bailando a mi lado, sonriéndole a él.
Y fue tan perfecto que el mundo no lo soportó y le escupió en la cara, puso mis pies en la tierra y me mostró un espejo; mientras su imagen se iba desvaneciendo.
Para evitarme la locura proveniente del dolor de verdad, he utilizado las armas que fui acumulando sin entender nunca el motivo. Utilicé mi cama, mi mente y mi cuerpo. Abandoné el sexo en una caja, en aquella caja naranja y me dispuse a alivianar mi equipaje, regalándose a la Tierra.
Pocas cosas entonces se mantuvieron junto a mí.
Desempolvé el amor fraternal y lo cargué conmigo. Liberé un par de ilusiones y las dejé llorando engreídamente. El miedo insistió en acompañarme, aunque lo he notado cansado. El resentimiento, como siempre, se me escapó de las manos y desapareció de mi lado.
La osadía y la libertad estuvieron mostrándome el camino, son mis guías sin cansancio.
La música nunca sería abandonada. Ni las letras, ni mis sonrisas a quienes cargué conmigo; paradójicamente, para aliviar el peso de mis pasos.
Aunque la esperanza me miraba asustada, decidió acompañarme al mostrarle las fotos de los momentos felices.
Ellos me acompañan ahora. Yo también.

Y así sigo mi camino.