Paradójicamente he utilizado el mismo nombre para hacer exactamente lo contrario. Hablar sin parar y decirte todas las cosas que quiero que sepas. Tal cual las siento, además.
Sé que esta es una manera de comunicarnos, unilateralmente, pues siempre has preferido, no sé si por cobardía, guardar silencio sepulcral.Si lo pienso, imaginando que tengo 8 años más, me encuentro con el mundo absolutamente gris, en el que las historias de amor son, en realidad, negocios de los que debemos resultar beneficiados en lo mayor posible, mientras se fornica antes del contrato final y se disfruta de experiencias que sabemos son tan efímeras como la pasión, sin privarse de emprender negocios paralelos.
Sí, tienes razón sin haber dicho nada. El silencio tendrá el mismo resultado, aunque inocuo, que conversar horas de horas sobre las situaciones que no pasaron, sobre las posibilidades que no tomamos y sobre el futuro que no escogimos.
Sí, tu edad te ha concedido el conocimiento del mundo. Te ha enseñado la dureza, diferenciar lo que es utilitario y lo que vale la pena.
A mis 27 y con mi estrógeno al máximo, sigo tenazmente creyendo en imposibles. Sigo sintiéndome merecedora de una historia fuera de este mundo. Por eso revoloteo desordenadamente, husmeando como tigrillo el mundo, y resultando herida por mi curiosidad por puerco espines temerosos.
Y muchos pinchazos me he llevado, algunos siguen sangrando, todo para aprender a no callar e ir siempre hasta el final, hasta donde mi cuerpo y mi entusiasmo inagotable me lo permitan.