
Y al sentir tu mano, todo eso terminó. Comencé por creer que no era cierto, por negarlo por temor y afianzarme en mi desastre para no verte el rostro, para que huyas de mí. Y tú, sin embargo, en tu deliciosa inteligencia de vida, pudiste verme en realidad. Pudiste evocar la Rocío abandonada en una caja rosada hace dos años. Y no he podido más, ayer me he rendido a la evidencia.
Y heme aquí, moldeando mi roce con el mundo al que me es imposible dejar de pertenecer.
Y heme aquí con mi libertad, mi fantasía e idealismo, perfeccionando los detalles inconclusos de mi guerra anterior.
Ayer me vi sonriendo perfectamente en un espejo, vi el reflejo que tanto extrañaba, libre de heridas y llantos. Y a mi lado estabas tú, tú siempre tan tú, adictivo, delicioso, inimaginable y real a la vez!
Ayer volví a mí y me encontré contigo.
Y me fue imposible cuestionar la felicidad.