.. de un nuevo año y apenas despidiéndome de la celebración que siempre espero con ansias, tal vez el perfeccionismo lo encuentre siendo esta vez, un despiadado enemigo. Sin embargo, los vestigios de mi inteligencia corren a mi salvación puesto que he visto de lejos mucho de lo que quiero para mí. Y no sé si dejando ir además lo que trata de alejarse con los ojos cargados de dolor.
Ya el placer sedentario de pensar y comenzar a actuar impulsivamente me fue arrebatado hace años sin que me diera cuenta y fui armando trenzas imaginarias cuya tensión irrisoria me hacían caer cada que de ellas me asía fuertemente.
Luego de los resultados que no encontré y los recuerdos que galopaban en mi cabeza, coqueteando el borde mis límites, me desesperé creyendo ver mi cuerpo cayendo en un abismo con la inexorable gravedad. Y por eso, interpuse las manos entre mi rostro y el piso que me esperaba. Caí de pie.
Pasó de la racionalidad a la involución, de un placer a un castigo, de un sueño a un reproche, no, no era lo mismo y siempre lo había pensado, entonces, ¿qué recordaba?
Ya no sabía, ni quién era yo, ni quién había sido, a quién decía yo recordar, en qué momento de mi vida le reconocía, sólo me recordaba recordándola y añorando, sólo me veía suspirando por alguien que nunca fui.
sábado, 17 de diciembre de 2011
viernes, 4 de noviembre de 2011
Pasado
Aunque en aquel momento sintiera un pie sobre mi cuello que luchaba por aire, y mis manos fueran clavadas al suelo en medio de gritos inhumanos en tono moderado; fue lo mejor.
Sí, el placer del NO era la panacea. No por el NO sino por su existencia atolondrada. Sí, por sus confusiones y saltos despiadados con las manos escondiendo el rostro, esta vez clavó en mí sus ojos cuajados y su sonrisa amarillenta y hundió su mano en mis entrañas extrayendo el último vestigio de estupidez.
Fue necesario y no fue doloroso, fue intenso, sin masoquismos incluidos. Aún en mi inexperiencia relativa, actué como siempre guiada por mi idealismo y fe en las personas. O el remanente respectivo aún sobreviviente en mi obstinada mente.
Las reacciones confundidas por palabras, hechos, miradas y recuerdos se detuvieron bajo carcajadas estrepitosas que al reír, lanzaban escupitajos hediondos.
El espejo había sido roto y la espalda cubierta.
Y la obstinación de un punto, de la última palabra que no fue dicha y que luego no fue correspondida, lo dibujaron rotunda e indeblemente sobre una hoja que voló con el tiempo hacia el pasado aleccionador.
El único pasado que mi corazón no atesora.
martes, 18 de octubre de 2011
Palabras
Son las palabras que se sueltan en nuestras mayores molestias aquellas a las cuales hemos de consultar cuando no sepamos lo que sentimos. Emanan tanta sinceridad como confusos son estos minutos en los que da vueltas mi cabeza pensando que sería mejor un futuro incierto pero en apenas algunos años hacia atrás. No, no estoy loca, aunque con el tiempo espero estarlo.
Entonces, reviso los años perpetuados en frases y rescato aquella niña, luego mujer que con la pluma refunfuñaba ciegamente como en una pataleta pueril y engreída.
En todo caso, pudieron ser exageraciones pero nunca negaciones ni contradicciones, simplemente fueron ellos o ellos y más, pero siempre ellos.
Las palabras están ahí y me miran curiosa como queriendo conocer qué he de hacer con ellas, con él. Me preguntan por qué y les respondo tapándoles la boca. Les respondo mientras distraigo mi corazón.
Las palabras nuevamente me dirán que tenían razón.
lunes, 10 de octubre de 2011
La elección
Una elección implica opciones, aunque estas a veces se mantengan ocultas o tan obvias como ignoradas. Pues si de eso se trata, en una situación en particular, me sorprende repetidamente las elecciones de la mayoría de las personas y me cuesta entender los padecimientos a los que nos sometemos a voluntad. Hablo, por supuesto, también en primera persona.
Pero si de hedonismo se trata, he de tener historias que contar. Mantenemos el desenfoque, de cualquier forma, nos ensimismamos en la misma historia gris a cualquier nivel de nuestra vida sin darnos la oportunidad de un salto ideal por la misma incertidumbre que ocasiona.
Esa incertidumbre es la que me mantiene despierta por las noches, y sólo la esperanza se sienta a mi lado a acurrucarme. La fuerza de voluntad amaina en las tardes frías y me sonríe desde labios amicales.
Sí, una nueva elección destierra la mediocridad, una elección basada en un autoconocimiento y en la creencia del merecimiento de plenitud, que a veces atiborra la mente y empaña la mirada.
Es la elección sobre la cual te sientas, miras, evalúas y sonriendo dices, No, gracias.
domingo, 21 de agosto de 2011
Me pregunto
Me pregunto quién eres, cómo luces y qué piensas. Imagino el sonido de tu risa y el tono de tu voz y, sin conocerlo, me acurruca el ritmo de tu corazón.
Me pregunto cuales son aquellas cosas que en el mismo momento disfrutamos, cuales son aquellos instantes que lloramos en simultáneo aquellas historias que forman el camino que nos lleva cada vez más cerca. Me pregunto qué me dirás al conocerme y cómo me reconocerás, qué será lo que más de mi te guste y cuáles serán aquellas cosas que de mí también te perturben.
Me pregunto cual será la duración de las noches a tu lado y el brillo de sol que en nuestros días juntos nos abrace. Me pregunto las palabras que utilizarás para contar nuestros sueños y el mundo que crearemos de repente. Me pregunto lo que el tiempo mermará en nosotros y el fin que un día gris nos deparará.
Me pregunto cada noche en cada historia si ya te conocí. Me pregunto si acaso en algún entremés de la vida, cerca estuvimos y de aquel momento apenas un escalofrío embriagado despertó a sobresaltos mi corazón ocultando a mis ojos aquel desenfado del destino del cual huimos tal vez engañados en otra historia.
Me pregunto cual es de todos, el día más feliz de mi vida.
miércoles, 27 de julio de 2011
Relatividad
Todo lleva siempre un gran "depende" delante. El tiempo inclusive, depende. Y las heridas se curan, las cosas se olvidan y la experiencia queda delineada por los paradigmas que aceptamos como ciertos. Paradigma de paradigmas.
Mucho tiempo ha pasado y ahora es relativo el sentimiento.Lo recuerdo sólo por haberlo recordado más apenas en ello he de confiar que mayor vestigio no guardo en el alma. No desmerezco, sólo observo, toco y no siento, me asusto y me increpo el tiempo que perdí.
Por momentos parece que la vida me empuja a la venganza, a pedir el precio justo, a decirle lo que está escrito y a odiarle también.
Lo hice, sin sentirlo.
¿Es tan nimio todo esto? ¿De qué depende aquello? ¿Cómo algo puede esfumarse así? ¿Cómo nuestras percepciones nos pueden inventar historias para ser vividas sin darnos cuenta? Me asusté como siempre, de mí misma.
Él no representaba la enfermedad, era apenas un reflejo tímido del tiempo pululando inerte. Éramos los dos en aquel tiempo que la nostalgia ha abandonado, que el placer ha burlado y que el amor siempre ha desconocido. Y ambos éramos conscientes de aquello, y ambos seguimos escribiendo la historia tapando el sol con el cuerpo desnudo del otro.
Sí, no hay motivo para mantenerlo encerrado en esta caja. No hay odios, ni ascos, o quizás este se agotó. No hay decepciones ni desatinos, apenas una memoria incrédula y titubeante, aferrarme a mi pasado para sentir que existí, aferrarme a un pasado para saber que existo ahora.
Te abandono aquí, sabes perfectamente quien eres y ya no importa conocernos más. Te libero de mi mente, del pasado te desencadeno, y si alguna vez cruzamos caminos, sonríeme que de los escritos de aquellos tiempos vi que fui feliz aunque yo no lo recuerdo. Sólo recuerdo lo que cuento que recuerdo, y en esas historias, no sé si falsas,te encontré a ti.
Adiós hombre desconocido.
Mucho tiempo ha pasado y ahora es relativo el sentimiento.Lo recuerdo sólo por haberlo recordado más apenas en ello he de confiar que mayor vestigio no guardo en el alma. No desmerezco, sólo observo, toco y no siento, me asusto y me increpo el tiempo que perdí.
Por momentos parece que la vida me empuja a la venganza, a pedir el precio justo, a decirle lo que está escrito y a odiarle también.
Lo hice, sin sentirlo.
¿Es tan nimio todo esto? ¿De qué depende aquello? ¿Cómo algo puede esfumarse así? ¿Cómo nuestras percepciones nos pueden inventar historias para ser vividas sin darnos cuenta? Me asusté como siempre, de mí misma.
Él no representaba la enfermedad, era apenas un reflejo tímido del tiempo pululando inerte. Éramos los dos en aquel tiempo que la nostalgia ha abandonado, que el placer ha burlado y que el amor siempre ha desconocido. Y ambos éramos conscientes de aquello, y ambos seguimos escribiendo la historia tapando el sol con el cuerpo desnudo del otro.
Sí, no hay motivo para mantenerlo encerrado en esta caja. No hay odios, ni ascos, o quizás este se agotó. No hay decepciones ni desatinos, apenas una memoria incrédula y titubeante, aferrarme a mi pasado para sentir que existí, aferrarme a un pasado para saber que existo ahora.
Te abandono aquí, sabes perfectamente quien eres y ya no importa conocernos más. Te libero de mi mente, del pasado te desencadeno, y si alguna vez cruzamos caminos, sonríeme que de los escritos de aquellos tiempos vi que fui feliz aunque yo no lo recuerdo. Sólo recuerdo lo que cuento que recuerdo, y en esas historias, no sé si falsas,te encontré a ti.
Adiós hombre desconocido.
sábado, 11 de junio de 2011
Heterodoxia
Raramente recuerdo aquellos momentos estentóreos en los que la mente fluía al acorde de mis manos y las palabras aprendidas y amadas se transformaban en ideas hilvanadas al instante. De aquellos momentos lejanos recopilé increpancias y vituperios que acomodaron, sin darme cuenta, una forma humana ajena y forzada.
De pronto, me conozco y reconozco, sentada como siempre, con la misma mirada y el mismo fondo, esperando en naranja y azul el espacio entre nosotros desvanecerse. Esa era yo, la verdadera. No sé si me gusta pero la amo. Esa vulnerabilidad y sinceridad de la libertad transformada en palabras sin sentido aparente y cargadas de una verdad casi irrefutable anonadada por los años y las experiencias pulverizantes.
De pronto, se transformaron en palabras de retórica con un mensaje vanal y común. No, lo había perdido y era tarde.
Por eso de la ortodoxia hoy me divorcio, para fluir como siempre, tan poco aparente como conocida, tan poco real como divertida. Tan humana como mortal.
De aquellos momentos extraigo el alma y la acompaño en nuestro reencuentro con el fondo invisible, con la esencia de lo que realmente somos y no nos atrevemos a mirar.
viernes, 7 de enero de 2011
Abriendo los ojos
Le pregunté mil veces sonriendo tiernamente. Lo negó mil mas, besándome para acallar mis interrogatorios. Me hizo el amor, y un sentimiento de culpa injustificado menguaba su belleza ya marchita. Escondido del mundo, me ocultaba en la noche con historias fantásticas y me contaba sus fábulas de príncipe envolviéndome en sus falacias tontas. En mis vestigios de lucidez, resultaba evidente un desacuerdo con la realidad, y al increparlo, inteligentemente me tomó de la cintura y me mostró el sol arrullándome con Schopenhauer. Pero la verdad se le escapaba en sus descuidos y con mis lágrimas las disimulaba rápidamente. Como todo hombre de su edad con el mínimo de inteligencia necesario, conocía el poder del ego en las personas, y embaucó el mío con palabras empalagosas, repetición de mis desenfados egocéntricos a los cuales le invité y contaminó.
Luego, disfrazado de consideración y humanidad, desapareció. No entendí, le busqué y no le hallé por mucho tiempo. Al encontrarlo, mintió más veces en sus desgastados papeles patéticos a los que me tenía acostumbrada. Luego, bailó como un mono con un guión memorizado tan estúpido como real, me divertía creyéndose dueño de mi fe.
Y le encontré nuevamente, tan devaluado como desprovisto que me alegré que así fuera.
Y encajó fácilmente aquella ficha, entendí el sentido de mis sospechas e intuición y descubrí su fealdad en todo su esplendor. Era él tan humano que merecía lo que tenía a su costado y lo que ya no.
Luego, disfrazado de consideración y humanidad, desapareció. No entendí, le busqué y no le hallé por mucho tiempo. Al encontrarlo, mintió más veces en sus desgastados papeles patéticos a los que me tenía acostumbrada. Luego, bailó como un mono con un guión memorizado tan estúpido como real, me divertía creyéndose dueño de mi fe.
Y le encontré nuevamente, tan devaluado como desprovisto que me alegré que así fuera.
Y encajó fácilmente aquella ficha, entendí el sentido de mis sospechas e intuición y descubrí su fealdad en todo su esplendor. Era él tan humano que merecía lo que tenía a su costado y lo que ya no.
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