lunes, 11 de octubre de 2010

Resultado

Han conspirado contra mí todos los pensamientos carcomidos por los años de menospreciación interior y desprecio que me ridiculizó sin razón.
Simplemente, desapareció de mí todo vestigio de inteligencia por un momento y caí rendida sobre mis rodillas, con las palabras exactas colgando de mis labios. Los ojos vidriosos y las arrugas cortaban mi frente. El despojo de los años y el desamor.
No encontraba otra razón, apenas una alegría en medio de una lucha unilateral, con sombras y no gigantes, sin la droga consumista del tiempo extremo, como cuando el cuerpo responde con rebeldía exhausto.
Mis rodillas entumecidas pedían descanso, mi espalda sintió los avisos del cansancio y la mente no respondió más. ¿Qué era aquello que encontré en el camino? ¿Acaso estaba todo perdido? ¿Cuánto tiempo más? ¿Dependía de mí o era una de aquellas cosas que están fuera de nuestro alcance y ante las cuales debemos resignarnos? No lo sabía, pero dolía. Apenas me alcanzaban las ganas de dejárselo al mundo con sus infinitas vueltas idénticas.
Quería descansar, perdonar, olvidar, abandonar. Las cadenas ataban mis tormentos a mis pies.
Era demasiado.
Todo ha terminado.