De las palabras inútiles de perdón sobre un florero roto..
Caí de rodillas, me sentí perdida, flotando, casi inerte. Todo se ha desvanecido, mi sueño se decolora, de las paredes pende tu obra de arte pueril y a mi corazón tus recuerdos arañan. Cuanto quisiera despertar de la trampa que yo misma armé diaria y estultamente. Caí en mi propia telaraña de papeles robados, de culpas regaladas y de piedras lanzadas con manos maculadas y terminé con el barro hasta la rodilla y el hedor imposible que emana del alma putrefacta.
Y así me quedé sin ti, sin tus palabras abrumadoras que disfrazaba de inventadas para maquillar mi ignorancia. Me quedé sin tus intentos resilientes, sin tu perfil en la cama que siempre amé. Me quedé sin tus detalles torpes e inocentes; sin tus intenciones y atenciones; sin tus momentos en los que te perdía concentrado en una película de la cual escapabas con comentarios o preguntas, y esa tu risa de niño que tan bien sonaba para mi corazón. Me quedé con las palabras en la boca, con los abrazos en mi pecho, con mis intenciones inútiles, con mis miedos que hace tiempo me arrancaron el valor. Me quedé sin ti, vacía y llena a la vez. Llena de amor que nunca pude mostrar, llena de pasión que se secó en mi piel, llena de perdones que se atoraron en mi mente, llena de vida que nunca pude darte.
Y quién si no yo me trajo hasta aquí? A quién he de culpar si no a mi misma? Quién desperdició las noches asustada, con los recuerdos burlones de mi infancia atolondrada, con las risas ante el espejo? Quién no supo verte? Quién no supo abrigarse en tu corazón perdido, tan perdido como el mío?. Sí, me marchité, terminé de desaparecer, de brillar, y así me encontraste. No fue tu obra, yo fui quien te contagió, fui yo quien despertó tu humanidad, quien tocó tus heridas profundas y quien te culpó por defenderte. Ahora estoy del otro lado, finalmente se te hizo justicia.
Porque en el fondo de mi corazón aún lates, aún mueves mis pensamientos, me despiertas por las noches y te cuelas en mis recuerdos. Porque aún me asusto de mi misma, de haberte perdido, de habernos perdido. De perder tu ser humano, imperfecto y a la vez tan inusualmente conectado con la esencia de nuestra alma. Porque eras tú mi oximoron perfecto, no supe ayudarte a crecer en la dirección correcta y me condené a no tenerte. No supe ser tu Da Vinci porque yo misma me había arruinado, no supe alumbrar tu oscuridad con mi luz extinguida de la que quedaba solo recuerdos y odas inventadas para exagerar su grandeza inexistente.
Y sí, hoy estoy sin ti, condenada por mis propias acciones; estoy sin ti con las manos atadas, con la tristeza paralizante, estoy sin ti y estoy apenas. Como siempre que estoy sin ti.
Y tal vez en lo que queda de mi misma, aún conservo la fe. Aún siento que queda el amor entre los dos, adolorido, herido pero fuerte, vivo. Aún pienso en voltear y encontrarte, abrazarte y colgarme de ti con esa sensación de salir de mi propio cuerpo, como ya había sentido a tu lado. Aún tengo esperanza, porque todo lo hemos superado torpemente pero juntos, bailando a diferentes ritmos, con vergüenza, pero juntos. Y así, juntos, es como quiero llegar al fin de esta vida.
"No fuiste tú quien se marchó, fui yo que no te supe retener. Perdóname, entiéndeme"