viernes, 15 de octubre de 2010

Condicionamiento

Entiendo que el poder del condicionamiento repercute silenciosamente en nuestros aparentes detalles sin control. Y aquella herramienta que siempre he conocido, no he sabido aplicarla por alguna desidia o desliz pasado que con la infelicidad tenían que ver nimiamente.
Lo cierto es que, después de unas lágrimas forzadas, dramas preparados y dolores de pellizcón, ha llegado el momento de ser fuerte y real. Ha llegado el momento de dejar la estupidez en un rincón, y recargarme de misoginia para olvidar algunas excusas de comportamientos estultos abundantes.
Sí. Las lágrimas son necesarias, expresión de emociones imprescindibles, más la reservaré, no por obligación sino por consideración con las verdaderas causas que explotan en los ojos más adoloridos del mundo.
Exacto. No negaré la increíble capacidad del mundo para dirigirnos siempre al centro de la balanza, ni las incontables vicisitudes que nos aturden aún en los momentos excelsos. Sin embargo, es decisión irrefutable, atribuir la objetividad del caso a los hechos y brindar atención e importancia merecida, intentando con todos mis medios posibles, sin cerrar los ojos, a aquellos hechos antípodas.
Eso era todo. No es necesaria mas parafernalia.

lunes, 11 de octubre de 2010

Resultado

Han conspirado contra mí todos los pensamientos carcomidos por los años de menospreciación interior y desprecio que me ridiculizó sin razón.
Simplemente, desapareció de mí todo vestigio de inteligencia por un momento y caí rendida sobre mis rodillas, con las palabras exactas colgando de mis labios. Los ojos vidriosos y las arrugas cortaban mi frente. El despojo de los años y el desamor.
No encontraba otra razón, apenas una alegría en medio de una lucha unilateral, con sombras y no gigantes, sin la droga consumista del tiempo extremo, como cuando el cuerpo responde con rebeldía exhausto.
Mis rodillas entumecidas pedían descanso, mi espalda sintió los avisos del cansancio y la mente no respondió más. ¿Qué era aquello que encontré en el camino? ¿Acaso estaba todo perdido? ¿Cuánto tiempo más? ¿Dependía de mí o era una de aquellas cosas que están fuera de nuestro alcance y ante las cuales debemos resignarnos? No lo sabía, pero dolía. Apenas me alcanzaban las ganas de dejárselo al mundo con sus infinitas vueltas idénticas.
Quería descansar, perdonar, olvidar, abandonar. Las cadenas ataban mis tormentos a mis pies.
Era demasiado.
Todo ha terminado.